“Gracias, tanto a las académicas como a las activistas, por hacer una
teología a pie de tierra que nos ayuda a reflexionar, actuar y
transformar nuestro aquí y ahora. Gracias, por acompañarnos en el camino
de vuelta a Galilea y a Magdala; por infundirnos esperanza.”
Este fin de semana ha tenido lugar en Winchester (Gran Bretaña) la celebración del 20º aniversario de la Escuela de Teología Feminista de Gran Bretaña e Irlanda (BISFT).
Veinte años reuniendo a mujeres de
diferentes países, varias religiones y diversas iglesias cristianas. Su
objetivo: hacer teología juntas, buscar respuestas a la exclusión y al
conflicto en los diferentes contextos; e ir destapando, con paciencia y
tesón, el manto patriarcal que durante tanto tiempo nos ha cegado y
asfixiado. Una ocasión para escucharnos, apoyarnos y compartir camino y
comidas.
Reverendas, rabinas y teólogas analizaron diversos aspectos
doctrinales, éticos, espirituales o litúrgicos donde la teología
feminista, interreligiosa e intercultural, tiene mucho que aportar. En
la diversidad, parece haber algunos puntos de encuentro claros: no sólo
en el ámbito religioso, también en el espacio público estamos llamadas o
ofrecer una voz rebelde y liberadora, una teología responsable que
abrace y promueva “nuevos movimientos de resistencia, nuevas visiones de
solidaridad y nuevas vías de representación” (Ulrike Auga). Teniendo
siempre presente que “la esperanza no es pasiva, que implica lucha”
(Janet Wotton).
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