nov 092013
Que
un lugar siempre tan inmóvil y hermético como el Vaticano, sobre todo
en las últimas décadas, se esté convirtiendo en estos días en foco de
atención mundial por las buenas noticias que genera, es para celebrarlo.
También, para tomar nota porque revela que algo se está moviendo en la
Iglesia
A los gestos personales del papa Francisco –llamativos por su talante
evangélico– y a algunas otras decisiones que afectan a la curia y a la
banca vaticana, se une ahora la convocatoria de un Sínodo sobre la Familia
para el próximo mes de octubre. Este gesto, si bien tradicional en la
historia de la Iglesia, viene en esta ocasión precedido por una amplia
encuesta que concentra en 9 capítulos y 39 preguntas abiertas cuestiones
de verdadera importancia para la espiritualidad y moralidad de las
familias y su articulación en el seno de las sociedades. La novedad de
esta singular iniciativa está, a nuestro modo de ver, en dos aspectos:
en hacer público lo que hasta ahora ha sido tabú y materia expresamente
reservada a la alta jerarquía católica, y enel deseo expreso de recoger
la opinión del catolicismo mundial sobre estos importantísimos y
cambiantes temas, siempre de actualidad.
La encuesta se despliega en un amplio abanico que va desde la
vivencia, control de la sexualidad y la reproducción humana, desde el
conocimiento e influencia de la Sagrada Escritura, la ley natural y la
doctrina de la Iglesia sobre estos temas, hasta las formas diversas de
realización familiar en las sociedades de hoy día y los diferentes modos
de acompañamiento espiritual y religioso.
Aunque a nadie pueden escandalizar las distintas reacciones que está
suscitando la iniciativa en los diversos sectores cristianos —la
Iglesia, por suerte, es muy diversa—, es justo reconocer el interés y
la favorable acogida que está teniendo entre quienes, por su propia
situación personal (matrimonio homosexual, parejas en situaciones
difíciles, separados y divorciados vueltos a casar, convivencia ad experimentum,
etc.) están siendo, contra su voluntad, excluidos y excluidas de la
Iglesia. También otros sectores, pertenecientes a Iglesia de Base,
saludan con agrado y valoran positivamente este gesto esperanzador.
Estamos convencidos de que ninguna reforma, por buena que parezca,
hecha desde arriba y sin la participación de las bases, suele llegar a
buen puerto. Durante demasiados siglos una jerarquía absolutista y
prepotente ha arrebatado a los seglares su derecho a participar
responsablemente en las cosas de la Iglesia. Pero el poder, por más que
lo intente, nunca podrá borrar la memoria de una práctica que existió en
los primeros siglos del naciente cristianismo y de unos derechos
recogidos en sus documentos fundacionales, el Nuevo Testamento.
Amparados en esta memoria, desde Redes Cristianas os invitamos a
participar en esta iniciativa del papa Francisco, con la esperanza de ir
“liberando a la Iglesia del clericalismo” e ir transformándola en una
“comunidad de iguales que no excluya a nadie por motivo de género,
origen u orientación sexual”, como afirmábamos, desde todos los rincones
del mundo, en la carta colectiva enviada al papa el pasado mes de
octubre con ocasión de la reunión en Roma del Consejo Asesor para la
reforma de la Curia.
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