En
medio del innegable malestar mundial irrumpió sorprendentemente este
año una figura que nos devolvió esperanza, alegría y gusto por la
belleza: el Papa Francisco. Su primer texto oficial lleva como título
Exhortación Apostólica Alegría del Evangelio. Un texto entreverado de
alegría, de las categorías del encuentro, de la proximidad, de la
misericordia, del lugar central de los pobres, de la belleza, de la
“revolución de la ternura” y de la “mística del vivir juntos”.
Tal mensaje es un contrapunto a la
decepción y al fracaso ante las promesas del proyecto de la modernidad
de traer bienestar y felicidad para todos. En realidad está poniendo en
peligro el futuro de la especie por el asalto avasallador que sigue
haciendo sobre los bienes y servicios escasos de la Madre Tierra. Bien
dice el Papa Francisco: «la sociedad tecnológica ha logrado multiplicar
las posibilidades de placer pero encuentra muy difícil engendrar la
alegría» (Exhortación, nº7). El placer es cosa de los sentidos. La
alegría es cosa del corazón. Y nuestro modo de ser es sin corazón.
(SIGUE AQUÍ)
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