Las Comunidades Cristianas Populares (ccp) ante la noticia de la creación de un organismo para acoger a los sacerdotes y obispos anglicanos, incluso casados, que quieran incorporarse a la Iglesia Católica, queremos expresar algunos puntos de vista y consideraciones:
1.-Ojalá fuera esto fruto de un diálogo sincero y honesto por ambas partes que posibilitara una reconciliación entre varias confesiones cristianas: Pero no parece ser así. No es la actitud de diálogo ecuménico en que se escucha y acepta al otro y se cede algo de lo propio. La Iglesia católica no cuestiona para nada su estructura clerical y su cima en el papado, verdadera piedra de tropiezo para la comunión con las iglesias. Quien se incorpore, aun cuando se le respeten sus tradiciones, no podrá cuestionar esta estructura clerical ni promover otras opciones.
2.-La coincidencia con el diálogo con los seguidores de Lefebvre, la constitución de un estatuto especial, como se ha hecho con otros institutos católicos ("prelaturas personales") y el trato de favor otorgado a las tendencias más conservadoras viene a mostrar cuál es la deriva del actual y el anterior pontificado, lejos de la apertura animada por Juan XXIII y el Concilio Vaticano II. La represión a teólogos disidentes y a experiencias eclesiales de compromiso con las causas populares es otro signo de ello. No es la opción por los pobres la que está determinando la renovación de la Iglesia.
3.-Ojalá la Iglesia católica romana tomara ejemplo de algunas características de la Comunión Anglicana como la mayor participación democrática, con asambleas periódicas regulares, elección de sus ministros, aceptación de las mujeres a la ordenación, la no discriminación por razón de orientación sexual, la mayor autonomía de cada comunidad local, etc
4.-Creemos que de fondo está una eclesiología en cuestión, marcada en la Iglesia católica romana sobre todo por un clericalismo machista, misógino y homófobo, que culmina en una Curia romana anquilosada, un Estado Vaticano anacrónico y un Papa Jefe de Estado y poder absoluto muy lejos del ejemplo de Jesús.
La teología, y en particular la liturgia son expresión de esa concepción eclesiástica alejada de la inculturación hasta el extremo de volver a la misa en latín antes que promover la liturgia en las lenguas de cada pueblo.
5.-Frente a ello, creemos que ha de desarrollarse otra eclesiología que arranca del Vaticano II y que concibe a la Iglesia más como Pueblo de Dios que como jerarquía de poder, y que promueve la participación de los laicos, la inculturación del evangelio en cada realidad humana y la renovación litúrgica. Es más, desde nuestra experiencia comunitaria creemos que es momento de pasar del esquema de clero y laicos al de comunidad y ministerios, donde sea la comunidad quien decide sobre su propia vida y organización, sobre los ministerios que necesita y las personas adecuadas para ello, con la madurez de creyentes adultos y la libertad de hijos e hijas de Dios, sin discriminaciones injustas ni arbitrarias.
6.-La mantenida cerrazón vaticana sobre el tema del celibato opcional, así como de la ordenación de las mujeres y la discriminación por razón de orientación sexual o estado civil es hora de que sea superada, y si no lo es por parte de la jerarquía que debería ejercer un ministerio de comunión y "ordenación", lo será por parte de las comunidades que responderán a sus necesidades ejerciendo los servicios que necesiten sea o no con la aprobación institucional. La madurez y la libertad de las comunidades de personas adultas en la fe suplirán las deficiencias de sus supuestos servidores. No es de extrañar que mujeres que se sienten llamadas a un ministerio y sacerdotes casados que no han renunciado a su ministerio no están dispuestas/os a hacerlo en esa estructura clerical.
7.-De todos modos, en muchas comunidades de base no son estos asuntos "eclesiásticos" los que más nos preocupan. Creemos una prioridad la dedicación a anunciar proféticamente el evangelio de Jesús y a trabajar por el Reino de Dios sea desde instancias religiosas o seculares. La laicidad no es un impedimento sino un valor para construir una sociedad más justa, igualitaria, fraternal, evangélica y solidaria.
8.- Asimismo consideramos que el diálogo ecuménico es importante y necesario entre las diversas iglesias cristianas, pero también el diálogo macroecuménico con las otras confesiones religiosas para trabajar unidas por la paz y la justicia, y con las organizaciones no religiosas que trabajan en pro de toda la familia humana y de toda la creación, para ir haciendo un mundo más humano y habitable.
Con esa perspectiva los problemas o divergencias religiosas y organizativas adquieren otra dimensión y se relativizan, y la "comunión eclesial" también.
Comunidades Cristianas Populares.
7 de noviembre de 2009
7 de noviembre de 2009
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