Editorial de Redes Cristianas
Desde
hace dos semanas, el Estado de Israel está llevando a cabo una nueva
ofensiva militar sobre la Franja de Gaza. Es la cuarta que realiza desde
el año 2006 sobre este territorio bloqueado, aislado y totalmente
controlado por las fuerzas israelíes. ¡Y siempre con la colaboración,
auspicio o empuje de los EEUU!
Una vez más Israel está cometiendo crímenes de guerra y crímenes de
lesa humanidad sobre la población indefensa de Gaza, que no tiene ni
tuvo nunca ejército, ni refugios, ni lugar adonde huir, debido al
bloqueo. Este último fin de semana fue particularmente sangriento: el
bombardeo y destrucción del barrio de Shayaíah terminó en la noche del
sábado con la vida de unas 80 personas (de ellas, 25 niñas y niños y 15
mujeres) y dejó a unas 400 heridas, muchas de gravedad. La cifra de
personas muertas en dos semanas, que aumenta cada hora, está superando
las 530, y hay más de 3400 personas heridas.
Gaza es una diminuta franja de tierra de 350 km cuadrados donde viven
hacinadas 1.700.000 personas, la mitad tienen menos de 18 años. Es una
de las zonas más densamente pobladas del mundo.
Desde hace 7 años Gaza está sometida a un férreo e inhumano bloqueo
por tierra, mar y aire por parte de Israel, que controla hasta cuántas
calorías diarias ingieren los habitantes de Gaza. La situación
humanitaria es dramática, y el 80% de la población sobrevive por la
ayuda externa. Israel no permite siquiera la entrada de materiales para
reconstruir los edificios e infraestructuras de agua, electricidad y
vialidad destruidas en cada nueva agresión. Desde que Egipto clausuró
los túneles hace un año, la situación humanitaria se agravó. Con la
crisis actual, se habla ya de una verdadera catástrofe humanitaria de
grandes proporciones.
Para justificar esta nueva ofensiva criminal, Israel argumenta que
“tiene derecho a defenderse” de los cohetes caseros lanzados desde Gaza
por la resistencia palestina. Esta afirmación es falsa:
1. La ‘provocación’ no vino de Gaza (de hecho Hamas
llevaba casi dos años respetando el alto al fuego alcanzado en 2012):
cuando el primer cohete de Hamas cayó en territorio israelí, hacía un
mes que Israel estaba llevando a cabo una brutal operación de castigo
colectivo en Cisjordania en la que mató a decenas de personas y arrestó a
más de 800 (en su mayoría de Hamas), destrozó decenas de casas, invadió
pueblos y allanó más de 2000 hogares. El pretexto fueron los tres
colonos secuestrados y asesinados (todavía no se sabe por quién); el
objetivo real fue golpear a Hamas, destruir su base de apoyo y romper el
acuerdo de unidad alcanzado por Hamas y Fatah y el flamante gobierno de
unidad nacional palestino.
2. Tanto Hamás como las demás organizaciones
políticas (armadas y no armadas) son parte integral de la sociedad
palestina que resiste un régimen de ocupación y colonización desde hace
ya 66 años. Esa resistencia está amparada en resoluciones de las
Naciones Unidas que afirman el derecho legítimo del pueblo palestino a
recuperar su territorio y construir en él su Estado, y el derecho de
todo pueblo bajo dominación colonial y extranjera o bajo un régimen
racista a luchar por todos los medios por su autodeterminación.
Hamas es sólo el último pretexto de Israel. El verdadero objetivo del
sionismo ha sido desde sus comienzos borrar al pueblo árabe nativo de
su tierra y destruir el proyecto de liberación nacional palestino. Se
trata de una campaña de limpieza étnica gradual cuyo objetivo final es
vaciar el territorio de población palestina y ocuparlo total y
definitivamente por población judía traída de todas partes del mundo.
Por eso en Palestina no hay un “conflicto” ni una “guerra”: hay una
ocupación colonial encarnada en el Estado de Israel, que cuenta con el
cuarto ejército más poderoso del mundo (incluido el armamento nuclear) y
que recibe anualmente de EE.UU. 3000 millones de dólares sólo en ayuda
militar. Esa potencia ocupante aplica un régimen de apartheid y de
terrorismo de Estado sobre la población palestina, desconociendo
sistemáticamente todas las resoluciones de la ONU que le obligan a
retirarse de Palestina, y todos los tratados de Derecho Internacional
Humanitario y de los Derechos Humanos que garantizan los derechos del
pueblo palestino a vivir y a permanecer en su tierra, y de sus millones
de refugiados a regresar a ella.
La hipocresía e inoperancia de la comunidad internacional ha
permitido que esto continúe durante siete décadas y que periódicamente
Israel cometa crímenes de guerra y de lesa humanidad con total impunidad
y con la complicidad de los gobiernos, principalmente el de EE.UU, y
los medios masivos de Occidente. Como digna excepción, cabe señalar la
posición de la Organización de Unidad Africana y la de países
latinoamericanos como Bolivia, Venezuela, Nicaragua, Ecuador, en
condenar esta nueva violación del Derecho Internacional y exigir
sanciones a Israel.
Ante esta complicidad hipócrita, los pueblos de todo el mundo están
respondiendo al llamado de la sociedad civil palestina y sumándose al
movimiento global de Boicot, Desinversión y Sanciones a Israel para
obligarlo a respetar el derecho internacional y las numerosas
resoluciones de Naciones Unidas que está violando. Esa campaña global
está ganando aliados y éxitos impresionantes y acelerados en todo el
mundo, dándole visibilidad a la lucha palestina por la libertad, la
justicia, la igualdad y la autodeterminación, y haciendo que Israel esté
cada vez más aislado y deslegitimado ante la opinión pública mundial.
Como Redes Cristianas nos unimos a los pueblos del mundo apoyando el
movimiento palestino e internacional de Boicot, Desinversión y Sanciones
como herramienta para hacer efectiva nuestra solidaridad.
NB. Agradecemos a la Coordinación de Solidaridad con Palestina de Uruguay por sus aportes para este editorial.
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