Este es el Manifiesto que se ha leído hoy, 11 de octubre, como
final y colofón de la V Asamblea de Redes Cristianas realizada en
Madrid. Este texto recoge el sentir del conjunto de todas las personas
participantes en la Asamblea, y más concretamente, en los diferentes
párrafos se pueden reconocer las alusiones a los diferentes talleres que
se han realizado (cuyos títulos aparecen en mayúsculas).
Manifiesto
Nos hemos juntado para cambiar, para profundizar en los retos que nos
plantea este planeta mal gobernado por un sistema social y económico
tan insensato. Y lo cambiamos o sucumbimos; tod@s, a la vez y
conjuntamente; la humanidad al completo, la tierra y la humanidad
juntas. Tod@s estamos bajo el mismo aguacero, la misma tormenta, igual
diluvio. Lo dice como uno más Francisco: “Necesitamos un cambio…Este
sistema ya no se aguanta… no lo aguantan los pueblos…y tampoco lo
aguanta la hermana tierra” (Papa Francisco).
Por eso nos hemos juntado, recordando el 50 aniversario de la
Clausura del Vaticano II, bajo “la misma lluvia, el mismo amor”: para
construir una nueva tierra que sea cielo ya, que sea mar de solidaridad,
laguna dulce de buen querer, donde se hayan retirado las aguas de la
injusticia y se vean los olivos de la fraternidad.
Las personas reunidas en esta V ASAMBLEA de REDES CRISTIANAS en
MADRID 2015 en este diluvio tan antiguo como la humanidad, constatamos
cada día con mayor conciencia la necesidad de Un Nuevo Modelo Económico.
Vivimos en una economía de la inequidad y de la exclusión, con un
dominio de los mercados sobre la política y una mercantilización de las
relaciones humanas y de la vida en general. Se ha impuesto el beneficio
de una minoría de la población, el 1%, a costa del bien común del 99%
restante como dicen muchos economistas.
Queremos acabar con la Exclusión y la Marginación de esta gran
mayoría. Ya no es solo evitar la explotación sino rechazar lo que es aún
más degradante, considerar al ser humano como desecho sobrante. Este
sistema neoliberal mantiene grandes masas de población sin horizontes,
desahuciados de sus viviendas, sin trabajo, en la pobreza crónica,
detrás de las vallas, en guetos. Es algo que se manifiesta más duramente
en los pueblos que llamamos El Sur donde hay unas diferencias extremas
en el acceso a los alimentos, al agua potable, a la vivienda, la
educación y la sanidad. Es una vergüenza humana.
Vemos necesario empezar por Erradicar el Hambre, símbolo y
consecuencia de la injusta distribución de la riqueza. Ofrecer
soluciones a las migraciones forzadas, levantar nuestra voz ante este
Mediterráneo, cementerio más que mar.
Estos desequilibrios se acentúan también en el mundo femenino. La
discriminación de la mujer persiste a todos los niveles, económico,
social, religioso y doméstico, hasta llegar a niveles de esclavitud
(prostitución, niñas esclavas…). Hay que Lograr la Igualdad de Género,
evitar el maltrato mediante el diálogo. Extender la comunicación a todos
los problemas y así también Superar la Violencia. Las guerras,
declaradas o encubiertas, conllevan el sacrificio de la vida de muchos
por el bien de unos pocos: Siria, Gaza, Yemen, Sudán, Ucrania y tantas
otras. En esta violencia estructural los muertos siempre los ponen los
pueblos. Nuestra respuesta es la paz y las soluciones políticas.
Por eso nos proponemos Defender lo Público. Acabar con los recortes
que convierten la educación y la sanidad en moneda de cambio contra la
crisis. Buscar la salud, la protección de la infancia, de los
dependientes, garantizar las jubilaciones.
Insistir en la cultura de la cooperación y la formación humanitaria.
Solo así podremos Alcanzar una Democracia Participativa y una Nueva
Forma de Hacer Política. Todavía falta una auténtica libertad de
expresión. Campa la manipulación informativa. Se criminalizan las
resistencias sociales. Cada vez resulta más inaguantable la corrupción,
la “puerta giratoria”, la evasión y la elusión de impuestos, y a nivel
más global los paraísos fiscales, el tráfico de armas, de drogas e
incluso de personas. No se puede admitir la actitud europea ante Grecia,
los migrantes o el despotismo del TTIP.
Estos desequilibrios humanos por si fuera poco alcanzan a todo el
planeta. La Preservación del Medio Ambiente es una necesidad acuciante.
El cambio climático avanza inexorablemente. Estamos asistiendo a un
agotamiento de los recursos naturales y una pérdida de la biodiversidad.
Estamos alterando las semillas de la vida, la vocación natural del
suelo y atentando contra la seguridad y la soberanía alimentaria.
Para ello va a ser preciso innovar y Formular una Espiritualidad y
unas Creencias para el Mundo de Hoy, que superen la crisis generalizada
de valores: individualismo, intolerancia a todo lo diferente,
fundamentalismos de toda índole, actitudes personales basadas en la
divinización de la propiedad privada. Hay una ausencia del sentimiento
de responsabilidad colectiva en paralelo con una pérdida del sentido de
la trascendencia de la vida humana y su carácter de absoluto. Como
cristianos estas situaciones nos llaman a Refundar una Iglesia de
Iguales al Interior y Profética al Exterior. Corregir la estructura
jerárquica basada en el clero, la especial discriminación de la mujer,
la falta de ejemplaridad, los lenguajes y prácticas tan obsoletos y
distantes, acabar con los mecanismos de colonización.
Estos son los retos, las llamadas que nos hacen la humanidad y el
planeta juntos. La palabra profética del nuevo Papa Francisco nos abre,
como cristianos, una ventana de esperanza. Y el trabajo conjunto de
tantos movimientos humanitarios y religiones nos refuerza la voluntad de
cambio. Ha llegado la hora en que una gran red de redes, cristianas o
no, se levante para cuidar del planeta de los deshechos.
El Reino de Dios está gimiendo en las heridas de la tierra, en la
humanidad rota, empujando desde dentro de nosotros. Ya se asoma en una
convergencia mundial por otro mundo posible, en algunos países que
abandonan la pobreza, en unos pocos dirigentes que quieren contar con el
pueblo, en las ciudades que protestan por la dignidad y en multitud de
gente pequeña haciendo cosas pequeñas en lugares pequeños.
Como granos de mostaza, como viejos árboles que todavía mejoran el
suelo cuando ya no pueden crecer más. Forman el bosque sin destacar unos
por encima de otros.
Madrid, 11 de Octubre de 2015
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