El pasado viernes 29 de junio integrantes de la Plataforma de
Afectados por la Hipoteca (PAH) de Madrid, con algunos amigos que
quisieron acompañarles, se encerraron en la catedral de la Almudena de
Madrid, como una acción más de las que están realizando para visibilizar
ante la opinión pública la situación sangrante de tantas familias que
están siendo desahuciadas de sus hogares familiares. Participamos en
esta acción tres curas del Foro Curas de Madrid.
En su manifiesto decían: “Cuando todos
los poderes de este país están enfocados en rescatar a bancos y cajas
que disfrutaron de la burbuja inmobiliaria, que condujeron a la gran
estafa hipotecaria, arruinando a familias trabajadoras que necesitaban
un bien de primera necesidad, como la vivienda… Ahora que los desahucios
incrementan aceleradamente la cantidad de familias marginadas y
arrojadas a la exclusión social, incumpliendo lo estipulado en los
tratados internacionales sobre derechos humanos y garantizando el poder
de los banqueros sobre los derechos de las personas, levantamos nuestra
voz para exigir:
- Reconocimiento legal de la Dación en pago para quedar libre de toda deuda con la entrega del piso.
- Paralización de los desahucios.
- Alquiler social.
- Investigación y sanción a los culpables de la estafa hipotecaria”.
Los responsables de la catedral, sin embargo, consideraron que no era
tolerable que una tal acción se hiciera desde un lugar sagrado, que se
estaba instrumentalizando para fines que no son propios de un templo.
“El templo, decían, es un lugar de oración. Por lo que desde hace
algunos años ya hemos decidido no permitir manifestaciones de este tipo
en su interior. Son normas que hemos de cumplir con todos los grupos. No
podemos permitírselo a unos sí y a otros no. Por lo que si no abandonan
el templo espontáneamente, nos veremos obligados a llamar a la policía
para que lo haga por la fuerza”.
Los encerrados intentaron explicarles el motivo de la acción,
precisamente en el templo de la Almudena. Pero ellos insistieron en que
la Iglesia ya ayuda todo lo que puede a través de los servicios de
Caritas en todas las parroquias y que no podían permitir una actuación
de este tipo. Por lo que finalmente llamaron a la policía que desalojó
el lugar.
Ante tal situación, desde el Foro Curas de Madrid manifestamos:
La acción de la Iglesia, con ser importante, no ha de limitarse a la
ayuda de Caritas. Hay una tarea de denuncia de situaciones y estructuras
de pecado con su correspondiente propuesta de actuación moral de
contenido socio-económico que también es propia de la acción eclesial. Y
que, en nuestra opinión, la Iglesia de Madrid hasta el momento no ha
tenido suficientemente en cuenta, al menos en lo que se refiere a esta
problemática de los desahucios.
El templo cristiano es lugar de oración, por supuesto, pero no sólo.
Una de las plegarias del ritual de consagración de templos pide “que
este templo sea lugar de misericordia para los pobres y de libertad para
los oprimidos”. Y en la mejor tradición eclesial los templos han sido
refugio para los que se sentían socialmente excluidos y perseguidos.
Orar es la primera práctica del creyente, evidentemente. Pero la
oración cristiana es una oración desde la vida y para la vida, asumiendo
todo el espesor de la realidad personal y colectiva, estructural.
Alimentada por “los gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los
hombres de cada tiempo” (G.S.1) No ha sido nunca una evasión de la dura y
compleja realidad.
Las normas de funcionamiento son necesarias en cualquier institución.
Pero ante determinadas situaciones humanas y familiares, hay que ser
capaz de reinterpretar y superar la letra de las leyes. Es un mensaje
central del Nuevo Testamento.
Por lo que consideramos un lamentable error la actuación de los
responsables de la catedral de Madrid, echando mano de la fuerza
policial para expulsar a un grupo de familias, que ya son expulsados y
desahuciados de demasiados lugares, no sólo de sus propios hogares.
Si unas estructuras económicas y políticas despiadadas están
produciendo estos efectos perversos, no podemos también desde la Iglesia
convertirnos en un factor más de exclusión. El día de la verdad se nos
podrá reprochar: “Estuve desahuciado y no me acogisteis”.
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