Madrid, 10 de Julio de 2012
La
Juventud Obrera Cristiana (JOC) y la Hermandad Obrera de Acción
Católica (HOAC), como movimientos de Acción Católica Especializada,
iglesia presente en el mundo obrero, queremos expresar públicamente
nuestra solidaridad con la lucha de los mineros.
Hoy esta lucha cobra protagonismo por su
presencia en Madrid, tras varias jornadas de marcha desde sus lugares
de trabajo, así como los distintos encierros mantenidos en las comarcas
mineras afectadas. Hacemos nuestras sus justas reivindicaciones en
defensa de sus de puestos de trabajo, que les permitan vivir tanto a
ellos como a sus familias con dignidad. La decisión del Gobierno de
recortar en un 63% las ayudas al carbón para este año ha soliviantado
una vez más a las cuencas mineras, que ven su desaparición más cerca que
nunca, de espaldas al trabajo y a las necesidades de la ciudadanía.
La situación dramática que se vive hoy día en nuestro país, con las
alarmantes cifras de paro y la destrucción de empleo, hace que nos
unamos a las palabras recientemente pronunciadas por el arzobispo de
Oviedo, Monseñor Jesús Sanz: “el mundo del trabajo atraviesa un difícil
momento, y tiene su perfil propio en las cuencas mineras asturianas.
Detrás de un conflicto laboral serio, hay siempre un drama que genera
dolor en personas concretas, en sus familias.”
Llamamos con urgencia a la búsqueda de soluciones por parte del
Gobierno y de los trabajadores, a través del diálogo para este conflicto
que abarca siete comarcas mineras: Asturias, Galicia, Castilla y León,
Aragón, Cataluña, Castilla-La Mancha y Andalucía. El gobierno, una vez
más, no puede ni debe hacer oídos sordos ante tanto clamor.
La lucha de los mineros nos manifiesta la solidaridad y el ejercicio
comunitario que supone la huelga o la marcha. Los gestos de acogida que
se han repetido a lo largo de su caminar hacen visible esa solidaridad.
Son capaces de renunciar al interés particular en la búsqueda del bien
común, algo a lo que la Doctrina Social de la Iglesia nos invita de
manera reiterada.
Los cristianos, los que queremos seguir a Jesús de Nazaret, ¿cómo
serviremos a la sociedad si no hacemos realmente nuestra la causa de la
afirmación de la dignidad de las personas en el trabajo, si no
defendemos con todas nuestras fuerzas la centralidad para la vida social
de los derechos laborales y sociales de las personas? “Los gozos y las
esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro
tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos
y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo…”
(Concilio Vaticano II).
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