América
Latina jul
25, 2012
Como
prometió antes de su elección, el presidente de Uruguay, José
Mújica, está viviendo en su pequeña casa en Rincón del Cerro,
situada en una zona de clase media en los alrededores de Montevideo.
La morada no puede ser más modesta lo que le convierte en el
presidente más pobre del mundo. A sus 77 años no ha cambiado de
ropas, de vida o de amigos con la llegada al poder y confiesa que
espera concluir su mandato para descansar en su casa. Algo semejante
hizo su antecesor Tabaré Vazquez.
Su
salario, por estar al frente del país, es de 12.500 dólares
mensuales, pero dona el 90% con lo que vive con 1250 euros (para
nosotros es un mileurista). Confiesa que esa cantidad le basta y le
tiene que bastar, ya que muchos uruguayos viven con menos. Su esposa,
la senadora Lucía Topolansky también dona la mayor parte de su
salario. Además de su casa tiene como único patrimonio un viejo
Volkswagen azul pálido, valorado en poco más de mil dólares.
Utiliza como transporte oficial un Chevrolet Corsa.
Con
este planteamiento no nos puede sorprender que haya ofrecido su
residencia oficial de Suarez y Reyes, donde sólo se celebran
reuniones de gobierno, para abrigar a los sin techo el próximo
invierno, si faltan plazas en los albergues dispuestos. A la vez ha
pedido que se haga un listado de edificios públicos disponibles para
estas personas y cuando conozca el resultado poder actuar. Todas
estas medidas se han tomado desde que el invierno pasado murieron 5
personas de frío en la calle. Desde el 24 de mayo una mujer sin
techo y su hijo fueron instalados por sugerencia suya en el
Ministerio de Asuntos Sociales hasta que encuentren otro alojamiento.
En
julio del año pasado, Mújica puso en venta la residencia veraniega
del presidente, situada en Punta del Este, principal balneario
turístico del país. La operación se saldó con casi tres millones
de dólares, una cifra que se destinará a diversos usos, entre ellos
la creación de una escuela agraria en la región, donde jóvenes de
rentas bajas puedan tener acceso a cursos técnicos.
El
discurso que pronunció en la reunión de Río + 20, a pesar de ser
el presidente de un pequeño país sudamericano, está dando que
hablar. Aconsejó un cambio en la forma de vida porque venimos al
mundo para ser felices pero en la sociedad actual, no hacemos más
que trabajar para consumir más: motos, coches, casas… para lo que
pedimos préstamos que tenemos que devolver y dejamos de lado la
felicidad. ¿Es ese el destino de la vida humana? Se pregunta.
Sus
palabras terminaron alentando a luchar por la conservación del medio
ambiente porque según él, “es el primer elemento que contribuye a
la felicidad humana”. Feliz o infelizmente la felicidad nos llega
asociada a la sociedad del consumo. Nadie mejor que Mújica, que dona
el 90% de su salario para decirnos: que tenemos que revertir nuestra
forma de vida.
Me
da vergüenza leer el comportamiento de este hombre, que parece tan
poco contaminado por el dinero y el poder. No sé si está
influenciado por el mensaje de Cristo pero a los que nos declaramos
discípulos del Nazareno, nos tiene que dar que pensar.
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