Publicado en Diario Levante (15 de mayo de 2010):
"Recrear el talante de don Rafael Sanus"
Julio Ciges Marín
Julio Ciges Marín
Ante la repentina muerte del muy querido Don Rafael Sanus, me piden unas breves líneas para comentar lo que ha supuesto su vida para la Diócesis de València. Desde el Seminario, donde fue mi profesor de teología y posteriormente rector, siempre hemos mantenido una buena y fuerte amistad. La confianza mutua hizo posible que entre nosotros surgiese un diálogo sincero, ágil y muy fresco. Conociéndole como le conocía, me gustaría señalar unas notas significativas de su vida, que puso de manifiesto en los momentos más relevantes de su trayectoria pastoral. Quiero destacarlas porque me parece importante recuperarlas y recrearlas en la situación actual de nuestra Iglesia Diocesana.
Una de las características básicas de D. Rafael ha sido su carácter abierto, espontáneo y afable, que le hacía presentarse siempre distendido y con la sonrisa en el rostro. Ese carácter le hizo ser un pastor cercano, próximo y cariñoso con la gente, especialmente con sus sacerdotes. En los momentos difíciles de la Diócesis siempre hemos encontrado en él la acogida y la escucha necesarias y el paño de lágrimas en el que depositar los graves problemas que surgían y nos hacían sufrir.
Su talante abierto y su contacto y trabajo en el mundo intelectual y universitario en sus años de profesor, director del Colegio Mayor y rector del Seminario, le hicieron empeñarse y apostar por el diálogo con el mundo y la cultura, a fin de crear puentes y suprimir los recelos, divisiones y enfrentamientos.
Si estas características de D. Rafael han sido y son importantes y necesarias, aún quisiera destacar otras que considero que, con toda urgencia, hay que actualizar y recrear en el momento presente.
Desde el Concilio Vaticano II, Don Rafael centró su reflexión teológica en los documentos de dicho Concilio. Por eso, no es de extrañar que manifestara tantas veces la necesidad de favorecer el protagonismo seglar. Él quiso potenciar la teología del Vaticano II, que aboga por una eclesiología de comunión y de encarnación, para que la Iglesia viviese auténticamente como Pueblo de Dios haciendo viva y real la corresponsabilidad efectiva de todos sus miembros.
En este sentido cabe señalar, también su sensibilidad hacia el compromiso en el mundo. Muchas veces he sido testigo de su empeño por animar a los cristianos a comprometerse encarnándose en sus realidades y ambientes para transformar la sociedad hacia los valores del Reino de Dios.
Eso es lo que manifestaba frecuentemente cuando participaba en encuentros con los Movimientos Apostólicos de la Acción Católica o en el Fòrum "Cristianisme i món d´avui", al cual tenía un gran aprecio y al que acudía con tanta frecuencia y entusiasmo.
Como manifestó muchas veces, consideró el Fòrum una realidad importante para dinamizar nuestra Iglesia, ya que ayuda mucho, a tantos cristianos y cristianas de nuestro Pueblo Valenciano, a inculturar la fe.
Ahora que nuestro querido Don Rafael nos ha dejado y suplicamos que participe ya de la Pascua liberadora de su Señor, nos toca a nosotros continuar su legado y recrearlo en el aquí y ahora. Seguro que, desde el cielo, contaremos con su intercesión y ayuda.
Una de las características básicas de D. Rafael ha sido su carácter abierto, espontáneo y afable, que le hacía presentarse siempre distendido y con la sonrisa en el rostro. Ese carácter le hizo ser un pastor cercano, próximo y cariñoso con la gente, especialmente con sus sacerdotes. En los momentos difíciles de la Diócesis siempre hemos encontrado en él la acogida y la escucha necesarias y el paño de lágrimas en el que depositar los graves problemas que surgían y nos hacían sufrir.
Su talante abierto y su contacto y trabajo en el mundo intelectual y universitario en sus años de profesor, director del Colegio Mayor y rector del Seminario, le hicieron empeñarse y apostar por el diálogo con el mundo y la cultura, a fin de crear puentes y suprimir los recelos, divisiones y enfrentamientos.
Si estas características de D. Rafael han sido y son importantes y necesarias, aún quisiera destacar otras que considero que, con toda urgencia, hay que actualizar y recrear en el momento presente.
Desde el Concilio Vaticano II, Don Rafael centró su reflexión teológica en los documentos de dicho Concilio. Por eso, no es de extrañar que manifestara tantas veces la necesidad de favorecer el protagonismo seglar. Él quiso potenciar la teología del Vaticano II, que aboga por una eclesiología de comunión y de encarnación, para que la Iglesia viviese auténticamente como Pueblo de Dios haciendo viva y real la corresponsabilidad efectiva de todos sus miembros.
En este sentido cabe señalar, también su sensibilidad hacia el compromiso en el mundo. Muchas veces he sido testigo de su empeño por animar a los cristianos a comprometerse encarnándose en sus realidades y ambientes para transformar la sociedad hacia los valores del Reino de Dios.
Eso es lo que manifestaba frecuentemente cuando participaba en encuentros con los Movimientos Apostólicos de la Acción Católica o en el Fòrum "Cristianisme i món d´avui", al cual tenía un gran aprecio y al que acudía con tanta frecuencia y entusiasmo.
Como manifestó muchas veces, consideró el Fòrum una realidad importante para dinamizar nuestra Iglesia, ya que ayuda mucho, a tantos cristianos y cristianas de nuestro Pueblo Valenciano, a inculturar la fe.
Ahora que nuestro querido Don Rafael nos ha dejado y suplicamos que participe ya de la Pascua liberadora de su Señor, nos toca a nosotros continuar su legado y recrearlo en el aquí y ahora. Seguro que, desde el cielo, contaremos con su intercesión y ayuda.
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