26 de julio de 2014

¡Tod@s somos Palestina! No es una guerra, es un genocidio


Editorial de Redes Cristianas

Desde hace dos semanas, el Estado de Israel está llevando a cabo una nueva ofensiva militar sobre la Franja de Gaza. Es la cuarta que realiza desde el año 2006 sobre este territorio bloqueado, aislado y totalmente controlado por las fuerzas israelíes. ¡Y siempre con la colaboración, auspicio o empuje de los EEUU!

Una vez más Israel está cometiendo crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad sobre la población indefensa de Gaza, que no tiene ni tuvo nunca ejército, ni refugios, ni lugar adonde huir, debido al bloqueo. Este último fin de semana fue particularmente sangriento: el bombardeo y destrucción del barrio de Shayaíah terminó en la noche del sábado con la vida de unas 80 personas (de ellas, 25 niñas y niños y 15 mujeres) y dejó a unas 400 heridas, muchas de gravedad. La cifra de personas muertas en dos semanas, que aumenta cada hora, está superando las 530, y hay más de 3400 personas heridas.

Gaza es una diminuta franja de tierra de 350 km cuadrados donde viven hacinadas 1.700.000 personas, la mitad tienen menos de 18 años. Es una de las zonas más densamente pobladas del mundo.

Desde hace 7 años Gaza está sometida a un férreo e inhumano bloqueo por tierra, mar y aire por parte de Israel, que controla hasta cuántas calorías diarias ingieren los habitantes de Gaza. La situación humanitaria es dramática, y el 80% de la población sobrevive por la ayuda externa. Israel no permite siquiera la entrada de materiales para reconstruir los edificios e infraestructuras de agua, electricidad y vialidad destruidas en cada nueva agresión. Desde que Egipto clausuró los túneles hace un año, la situación humanitaria se agravó. Con la crisis actual, se habla ya de una verdadera catástrofe humanitaria de grandes proporciones.

Para justificar esta nueva ofensiva criminal, Israel argumenta que “tiene derecho a defenderse” de los cohetes caseros lanzados desde Gaza por la resistencia palestina. Esta afirmación es falsa:

1. La ‘provocación’ no vino de Gaza (de hecho Hamas llevaba casi dos años respetando el alto al fuego alcanzado en 2012): cuando el primer cohete de Hamas cayó en territorio israelí, hacía un mes que Israel estaba llevando a cabo una brutal operación de castigo colectivo en Cisjordania en la que mató a decenas de personas y arrestó a más de 800 (en su mayoría de Hamas), destrozó decenas de casas, invadió pueblos y allanó más de 2000 hogares. El pretexto fueron los tres colonos secuestrados y asesinados (todavía no se sabe por quién); el objetivo real fue golpear a Hamas, destruir su base de apoyo y romper el acuerdo de unidad alcanzado por Hamas y Fatah y el flamante gobierno de unidad nacional palestino.

2. Tanto Hamás como las demás organizaciones políticas (armadas y no armadas) son parte integral de la sociedad palestina que resiste un régimen de ocupación y colonización desde hace ya 66 años. Esa resistencia está amparada en resoluciones de las Naciones Unidas que afirman el derecho legítimo del pueblo palestino a recuperar su territorio y construir en él su Estado, y el derecho de todo pueblo bajo dominación colonial y extranjera o bajo un régimen racista a luchar por todos los medios por su autodeterminación.

Hamas es sólo el último pretexto de Israel. El verdadero objetivo del sionismo ha sido desde sus comienzos borrar al pueblo árabe nativo de su tierra y destruir el proyecto de liberación nacional palestino. Se trata de una campaña de limpieza étnica gradual cuyo objetivo final es vaciar el territorio de población palestina y ocuparlo total y definitivamente por población judía traída de todas partes del mundo.

Por eso en Palestina no hay un “conflicto” ni una “guerra”: hay una ocupación colonial encarnada en el Estado de Israel, que cuenta con el cuarto ejército más poderoso del mundo (incluido el armamento nuclear) y que recibe anualmente de EE.UU. 3000 millones de dólares sólo en ayuda militar. Esa potencia ocupante aplica un régimen de apartheid y de terrorismo de Estado sobre la población palestina, desconociendo sistemáticamente todas las resoluciones de la ONU que le obligan a retirarse de Palestina, y todos los tratados de Derecho Internacional Humanitario y de los Derechos Humanos que garantizan los derechos del pueblo palestino a vivir y a permanecer en su tierra, y de sus millones de refugiados a regresar a ella.

La hipocresía e inoperancia de la comunidad internacional ha permitido que esto continúe durante siete décadas y que periódicamente Israel cometa crímenes de guerra y de lesa humanidad con total impunidad y con la complicidad de los gobiernos, principalmente el de EE.UU, y los medios masivos de Occidente. Como digna excepción, cabe señalar la posición de la Organización de Unidad Africana y la de países latinoamericanos como Bolivia, Venezuela, Nicaragua, Ecuador, en condenar esta nueva violación del Derecho Internacional y exigir sanciones a Israel.

Ante esta complicidad hipócrita, los pueblos de todo el mundo están respondiendo al llamado de la sociedad civil palestina y sumándose al movimiento global de Boicot, Desinversión y Sanciones a Israel para obligarlo a respetar el derecho internacional y las numerosas resoluciones de Naciones Unidas que está violando. Esa campaña global está ganando aliados y éxitos impresionantes y acelerados en todo el mundo, dándole visibilidad a la lucha palestina por la libertad, la justicia, la igualdad y la autodeterminación, y haciendo que Israel esté cada vez más aislado y deslegitimado ante la opinión pública mundial.

Como Redes Cristianas nos unimos a los pueblos del mundo apoyando el movimiento palestino e internacional de Boicot, Desinversión y Sanciones como herramienta para hacer efectiva nuestra solidaridad.

NB. Agradecemos a la Coordinación de Solidaridad con Palestina de Uruguay por sus aportes para este editorial.

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