16 de marzo de 2020

Mensaje Final del XI Encuentro Continental de CEB

El XI Encuentro Continental de las CEBs es clausurado con un mensaje final Apostar por la sinodalidad e impulsar procesos para ser una Iglesia que enamora

Motivados por el Papa Francisco e impulsados por “Querida Amazonía”, se nos ha llamado a soñar y profetizar, a ser gente capaz de dar la vida por lo que ama, a buscar nuevos caminos para responder a los desafíos actuales

Las CEB, siempre conectadas con la historia de los pobres, enfrentan obstáculos y retos. Eso nos llama asumir la sinodalidad, superando practicas autoritarias y modelos cerrados, a ser una Iglesia que enamora, especialmente a los jóvenes, a tener como método el ver, juzgar y actuar, a apostar por impulsar procesos

Somos CEB para transformar el mundo en Reino de Dios, saber lo que permite vivir, lo aprendido con el sufrimiento, vivir el presente histórico, estando dispuestos a aprender del futuro

Este jueves, 12 de marzo, era clausurado en Guayaquil, Ecuador, el XI Encuentro Continental de las comunidades eclesiales de base. A lo largo de cuatro días, 225 participantes de 16 países de América Latina, el Caribe y Estados Unidos se han reunido para hacer memoria de un camino que comenzó hace 40 años con el I Encuentro en Volta Redonda, Brasil.
Ha sido un encuentro, como recoge el mensaje final, marcado por la figura del Papa Francisco y de Querida Amazonía, en el que una vez más se han hecho presentes los clamores de un continente en el que los pobres y la Casa Común han sido expoliados, víctimas de una sociedad que se aprovecha de los descartados. Ante esa realidad, las CEBs, siempre conectadas con la historia de los pobres, quieren ser fermento en la masa, asumiendo la sinodalidad como modo de caminar de la Iglesia, una Iglesia que tiene que enamorar, especialmente a los jóvenes, e impulsar procesos.
Siempre desde los márgenes de la sociedad, desde las periferias, las comunidades eclesiales de base de América Latina quieren ser una alternativa que ayude “a cuidar de la Casa Común, la economía popular, la salud alternativa, la participación socio-política y la formación”. Siempre teniendo en vista “transformar el mundo en Reino de Dios, saber lo que permite vivir, lo aprendido con el sufrimiento, vivir el presente histórico, estando dispuestos a aprender del futuro”.

Mensaje Final del XI Encuentro Continental de CEB
"Sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto"
(Rom. 8, 22)
Un legado transmitido durante 40 años nos ha congregado en Guayaquil, Ecuador, de 9 a 12 de marzo de 2020, a 225 mujeres y hombres que vivimos nuestra fe en las CEB de 16 países de América Latina, el Caribe y Estados Unidos. Somos animadores y animadoras de comunidades eclesiales de base, que asumimos diferentes ministerios en nuestra Iglesia, siempre queriendo ser la pequeña Iglesia de Jesús, estar ahí donde los pueblos se juegan la vida.
En este XI Encuentro Continental de CEB, asumimos el objetivo de resonar con los clamores de los pobres y de la tierra para recrear desafiantes ministerios en el cuidado, protección y defensa de la vida digna y de la Casa Común. Motivados por el Papa Francisco e impulsados por “Querida Amazonía”, se nos ha llamado a soñar y profetizar, a ser gente capaz de dar la vida por lo que ama, a buscar nuevos caminos para responder a los desafíos actuales.
América Latina clama en sus pueblos y territorios, expoliados, víctimas de pobreza estructural, corrupción, desempleo, violencia y migración masiva; clama ante una estructura eclesial que excluye de los espacios de decisión a mujeres, jóvenes e indígenas; clama por una Iglesia Pueblo de Dios, que recupere su identidad comunitaria original; clama ante la falta de cuidado ecológico.
Hoy los trabajadores apenas pueden organizarse desde el piso más bajo de los derechos, que es comer. Como CEB necesitamos convertir la cultura de muerte en cultura de vida, la cultura del descarte en cultura del encuentro. Las CEB, siempre conectadas con la historia de los pobres, enfrentan obstáculos y retos. Eso nos llama asumir la sinodalidad, superando practicas autoritarias y modelos cerrados, a ser una Iglesia que enamora, especialmente a los jóvenes, a tener como método el ver, juzgar y actuar, a apostar por impulsar procesos.
El Sínodo para la Amazonía es una apuesta del Papa Francisco para llevar a cabo la conversión social, cultural, ecológica y eclesial. El punto de partida es la escucha, el hablar con parresia, la decisiva presencia e incidencia femenina e indígena, el cuidado de la Casa Común, el sumar todas las experiencias, asumir nuevas lógicas y lenguajes, cuidar la vida, entender que las problemáticas son globales, que es indispensable anunciar y tener un ardor misionero.
Somos llamados a apostar por otros modelos de teología, desde la narrativa, haciendo resonar la belleza desafiante de la fe de nuestras comunidades, por nuevas estrategias de comunicación, que lleven de lo pequeño y local a lo universal y consigan informar, influir, inspirar, impactar e incidir.
Proclamamos con los jóvenes la necesidad de escucharse desde el dialogo intergeneracional, caminar juntos, construir una empatía mutua, desaprender para aprender, una relación circular, un cambio de lenguaje, valorar a los jóvenes, revisar las miradas y generar espacios de participación.
Reconozcamos que la Amazonía soy yo, que es necesaria una conversión ecológica e integral, que hay que potenciar, crear y ampliar las redes, articular la solidaridad y luchas en una sola voz. Que tenemos que volver a apropiarnos del proceso del Sínodo, conocer, discernir y difundir los documentos para aplicarlos a la realidad social, cambiar practicas concretas en nuestra vida cotidiana y comunitaria.
Pedimos nuevos ministerios y prácticas, y reconocer los ya presentes, que en nombre de Dios ayuden a cuidar de la Casa Común, la economía popular, la salud alternativa, la participación socio-política y la formación. Somos CEB para transformar el mundo en Reino de Dios, saber lo que permite vivir, lo aprendido con el sufrimiento, vivir el presente histórico, estando dispuestos a aprender del futuro.
Como CEB, en el seguimiento de Jesús, que escuchamos, resonamos, actuamos, cuidamos, protegemos y defendemos, inspirados por el Espíritu que sopla dentro de nosotros, hijos e hijas del Único Padre – Madre, continuemos, en compañía de María, nuestro caminar hacia el Reino.
Guayaquil, 12 de marzo de 2020


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