El XI Encuentro Continental de las CEBs es clausurado con un mensaje final Apostar por la sinodalidad e impulsar procesos para ser una Iglesia que enamora
Motivados por el Papa Francisco e impulsados por “Querida Amazonía”, se nos ha llamado a soñar y profetizar, a ser gente capaz de dar la vida por lo que ama, a buscar nuevos caminos para responder a los desafíos actuales
Las CEB, siempre conectadas con la historia de los pobres, enfrentan obstáculos y retos. Eso nos llama asumir la sinodalidad, superando practicas autoritarias y modelos cerrados, a ser una Iglesia que enamora, especialmente a los jóvenes, a tener como método el ver, juzgar y actuar, a apostar por impulsar procesos
Somos CEB para transformar el mundo en Reino de Dios, saber lo que permite vivir, lo aprendido con el sufrimiento, vivir el presente histórico, estando dispuestos a aprender del futuro
Este jueves, 12 de marzo,
era clausurado en Guayaquil, Ecuador, el XI
Encuentro Continental de las comunidades eclesiales de base.
A lo largo de cuatro días, 225
participantes de 16 países de América
Latina, el Caribe y Estados Unidos se han reunido para hacer memoria
de un camino que comenzó hace 40 años
con el I Encuentro en Volta Redonda, Brasil.
Ha
sido un encuentro, como recoge el mensaje final, marcado por la
figura del Papa Francisco
y de Querida Amazonía,
en el que una vez más se han hecho presentes los clamores
de un continente en el que los pobres y la Casa Común han sido
expoliados, víctimas de una sociedad
que se aprovecha de los descartados. Ante esa realidad, las CEBs,
siempre conectadas con la historia de los pobres, quieren ser
fermento en la masa,
asumiendo la sinodalidad
como modo de caminar de la Iglesia, una Iglesia
que tiene que enamorar, especialmente a
los jóvenes, e impulsar procesos.
Siempre
desde los márgenes de la sociedad, desde las periferias, las
comunidades eclesiales de base de América Latina quieren ser una
alternativa
que ayude “a cuidar de la Casa Común,
la economía popular, la salud alternativa, la participación
socio-política y la formación”.
Siempre teniendo en vista “transformar
el mundo en Reino de Dios, saber lo que
permite vivir, lo aprendido con el sufrimiento, vivir el presente
histórico, estando dispuestos a aprender del futuro”.
Mensaje
Final del XI Encuentro Continental de CEB
"Sabemos
que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de
parto"
(Rom. 8, 22)
(Rom. 8, 22)
Un
legado transmitido durante 40 años nos ha congregado en Guayaquil,
Ecuador, de 9 a 12 de marzo de 2020, a 225 mujeres y hombres que
vivimos nuestra fe en las CEB de 16 países de América Latina, el
Caribe y Estados Unidos. Somos animadores y animadoras de comunidades
eclesiales de base, que asumimos diferentes ministerios en nuestra
Iglesia, siempre queriendo ser la pequeña Iglesia de Jesús, estar
ahí donde los pueblos se juegan la vida.
En
este XI Encuentro Continental de CEB, asumimos el objetivo de resonar
con los clamores de los pobres y de la tierra para recrear
desafiantes ministerios en el cuidado, protección y defensa de la
vida digna y de la Casa Común. Motivados por el Papa Francisco e
impulsados por “Querida Amazonía”, se nos ha llamado a soñar y
profetizar, a ser gente capaz de dar la vida por lo que ama, a buscar
nuevos caminos para responder a los desafíos actuales.
América
Latina clama en sus pueblos y territorios, expoliados, víctimas de
pobreza estructural, corrupción, desempleo, violencia y migración
masiva; clama ante una estructura eclesial que excluye de los
espacios de decisión a mujeres, jóvenes e indígenas; clama por una
Iglesia Pueblo de Dios, que recupere su identidad comunitaria
original; clama ante la falta de cuidado ecológico.
Hoy
los trabajadores apenas pueden organizarse desde el piso más bajo de
los derechos, que es comer. Como CEB necesitamos convertir la cultura
de muerte en cultura de vida, la cultura del descarte en cultura del
encuentro. Las CEB, siempre conectadas con la historia de los pobres,
enfrentan obstáculos y retos. Eso nos llama asumir la sinodalidad,
superando practicas autoritarias y modelos cerrados, a ser una
Iglesia que enamora, especialmente a los jóvenes, a tener como
método el ver, juzgar y actuar, a apostar por impulsar procesos.
El
Sínodo para la Amazonía es una apuesta del Papa Francisco para
llevar a cabo la conversión social, cultural, ecológica y eclesial.
El punto de partida es la escucha, el hablar con parresia, la
decisiva presencia e incidencia femenina e indígena, el cuidado de
la Casa Común, el sumar todas las experiencias, asumir nuevas
lógicas y lenguajes, cuidar la vida, entender que las problemáticas
son globales, que es indispensable anunciar y tener un ardor
misionero.
Somos
llamados a apostar por otros modelos de teología, desde la
narrativa, haciendo resonar la belleza desafiante de la fe de
nuestras comunidades, por nuevas estrategias de comunicación, que
lleven de lo pequeño y local a lo universal y consigan informar,
influir, inspirar, impactar e incidir.
Proclamamos
con los jóvenes la necesidad de escucharse desde el dialogo
intergeneracional, caminar juntos, construir una empatía mutua,
desaprender para aprender, una relación circular, un cambio de
lenguaje, valorar a los jóvenes, revisar las miradas y generar
espacios de participación.
Reconozcamos
que la Amazonía soy yo, que es necesaria una conversión ecológica
e integral, que hay que potenciar, crear y ampliar las redes,
articular la solidaridad y luchas en una sola voz. Que tenemos que
volver a apropiarnos del proceso del Sínodo, conocer, discernir y
difundir los documentos para aplicarlos a la realidad social, cambiar
practicas concretas en nuestra vida cotidiana y comunitaria.
Pedimos
nuevos ministerios y prácticas, y reconocer los ya presentes, que en
nombre de Dios ayuden a cuidar de la Casa Común, la economía
popular, la salud alternativa, la participación socio-política y la
formación. Somos CEB para transformar el mundo en Reino de Dios,
saber lo que permite vivir, lo aprendido con el sufrimiento, vivir el
presente histórico, estando dispuestos a aprender del futuro.
Como
CEB, en el seguimiento de Jesús, que escuchamos, resonamos,
actuamos, cuidamos, protegemos y defendemos, inspirados por el
Espíritu que sopla dentro de nosotros, hijos e hijas del Único
Padre – Madre, continuemos, en compañía de María, nuestro
caminar hacia el Reino.
Guayaquil,
12 de marzo de 2020
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