Y Arregui ha optado por ser franciscano, sin hábito.
Queremos expresarle a él, en estos momentos que está viviendo que no le serán fáciles, nuestro apoyo, nuestra solidaridad y nuestra comunión en la fe.
Aunque parezcan momentos complicados, no nos cabe ninguna duda que en breve tiempo sentirá el gozo de una mayor libertad y que podrá comprobar que va a seguir siendo él mismo para contagiar de “aguas limpias” a cuantos tengan la suerte de estar con él, leer sus escritos o escuchar sus palabras y sus reflexiones teológicas, ahora sí, sin censuras y sin un superior u obispo que esté supervisándolo continuamente.
Debemos denunciar este proceder del Obispo Munilla como algo completamente rechazable en un pastor de la Iglesia. Aunque, como bien dice Arregui, éste no sea mas que un peón en la complicada trama organizativa que es la Iglesia Católica presidida actualmente por el papa Benedicto.
Ya decía en la entrevista que le hizo José Manuel Vidal en el mes de Junio:
“Si acaso, soy uno más en la infinita muchedumbre que en Guipúzcoa y en el mundo entero, con responsabilidades o sin responsabilidades eclesiales, sufren la cerrazón, la intransigencia y, en última instancia, el miedo patológico de la actual jerarquía eclesiástica…Todos somos víctimas de unas estructuras eclesiásticas clericales, autoritarias, antidemocráticas y de una teología medieval que chirría y es insostenible en el siglo XXI”.
Por eso, desde aquí nuestra solidaridad con Arregui y nuestra denuncia contra esta jerarquía cerrada que se aleja con demasiada frecuencia de los preceptos evangélicos.
No son las imposiciones dictatoriales ni las amenazas y presiones las normas de conducta que deben tener los pastores de la Iglesia, sino el diálogo, la tolerancia, el respeto al pluralismo teológico y eclesial y el acercamiento y aceptación incluso a quienes no piensen como ellos.
MOCEOP
4 de Septiembre de 2010
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