7 DE OCTUBRE:
JORNADA MUNDIAL POR EL TRABAJO DECENTE
JORNADA MUNDIAL POR EL TRABAJO DECENTE
Hermandad Obrera de Acción Católica.
octubre 2011.
octubre 2011.
La Confederación Sindical Internacional (CSI) convoca la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, que se celebra el 7 de octubre. En las actuales condiciones de crisis económica y financiera, pero también moral y ética, es más importante que nunca que los trabajadores y trabajadoras del mundo entero se manifiesten reclamando su derecho a un trabajo decente y una vida decente.
En nuestro país nos han impuesto una reforma laboral permanente que subordina cada vez más los derechos de trabajadores y trabajadoras a los intereses del capitalismo más duro. Las estadísticas muestran que estas medidas no dan los resultados que prometían, sino que han supuesto un paso más en la vulnerabilidad que sufren los trabajadores y trabajadoras, especialmente los más empobrecidos.
A nivel mundial, hay pocos indicios de que se ponga fin a la crisis del empleo. Cada puesto de trabajo perdido representa un drama humano, y desde 2008 se han perdido cerca de 40 millones de empleos, ya son 205 millones las personas sin trabajo, y 1.450 millones los trabajadores con empleos precarios. Mientras, los mercados, los especuladores, insaciables, continúan imponiendo sus “recetas para salir de la crisis”: reducir y congelar salarios, eliminar derechos, destruir empleo, desmantelar la protección social, privatizaciones, reformas de la negociación colectiva… pero lo que están haciendo realmente es desmantelar el Estado y trasvasar rentas de los pobres a los ricos.
Están convirtiendo el trabajo, que es un bien fundamental para las personas, en empleo precario e indecente, que sacrifica a los trabajadores y trabajadoras al dios de la competitividad y del mercado. Están transformado el mercado de trabajo en un mercado de mercancías sujeto a la ley de la oferta y la demanda. Las personas y sus derechos se ven sometidas a las exigencias de una economía indecente, y nos hacen creer que esto es algo natural y normal.
El mundo se encuentra en un punto de inflexión: puede romper con las políticas fallidas del pasado que ocasionaron la crisis y avanzar hacia un futuro más justo, sostenible y próspero, o puede perpetuar las injusticias del pasado, con la perspectiva de más pobreza y desempleo masivo como una característica permanente de nuestras sociedades.
Así pues, es el momento de que toda la ciudadanía tome conciencia y se comprometa a defender la dignidad humana; es el momento de la participación, de la política, de la responsabilidad. Hemos de reivindicar, desde nuestras comunidades y organizaciones una economía al servicio de la persona, un trabajo decente y condiciones de vida dignas para todas las personas y familias.
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