14 de septiembre de 2013

Siria y el peligro de una guerra mundial

 
La posible intervención militar de Estados Unidos en Siria podría convertirse rápidamente en una guerra internacional a gran escala. Nunca –desde la crisis de los misiles del año 62– se ha sentido tan intensamente el peligro de una guerra nuclear.

Más allá del debate sobre la autoría de los ataques con armas químicas (que recuerdan a las armas de destrucción masiva de Irak), se esconden las verdaderas preguntas importantes: ¿quién ha dado autoridad a Estados Unidos o Francia para convertirse en jueces y policías del mundo?  Y, sobre todo, ¿por qué mantiene Obama esa determinación para realizar el ataque, cuando existen obvios peligros de desestabilizar con ello a todo Oriente Próximo y por extensión a todo el mundo?

Efectivamente, Rusia y China han dejado bien claro que se oponen a ese ataque. De hecho, Rusia tiene una base militar en Tartus, un puerto sirio, y está movilizando buques de guerra hacia la zona.

Tal como explica el texto de Ekai Center,  publicado recientemente en nuestra web, es ingenuo confiar en un ataque militar limpio, quirúrgico; la lógica de la guerra implica que habrá una respuesta del país atacado (Siria), creando una espiral creciente de hostilidades, con un claro riesgo de implicación de más países en el conflicto.

Tampoco es aceptable a estas alturas pensar que a nadie conviene una guerra. Muy al contrario, si una gran potencia pierde capacidad económica pero mantiene su poder militar intacto, la lógica nos indica que estará crecientemente tentada a encender una guerra en la que tendrá poco que perder y mucho que ganar.

Aunque el rechazo a la intervención militar en Siria está aún lejos de las masivas movilizaciones del año 2003 contra la guerra de Irak, comienzan a aparecer diversas respuestas e iniciativas.

La del Papa Francisco está siendo una de las más enérgicas. Tras escribir una carta al G-20 en el que apela a “abandonar cualquier pretensión de una solución militar” y convocar en el Vaticano a los embajadores de todo el mundo para plantear una estrategia común, organizó el sábado día 7 de septiembre  una jornada de ayuno y oración  por la paz en Siria.

El conjunto de líderes cristianos de Oriente Próximo también han hecho constar su oposición al ataque. Por otra parte, en colectivos de izquierda y antimilitaristas, tras unos meses de debates internos por la complejidad de la situación (en los países árabes la izquierda apoya la ‘primavera árabe’ contra las dictaduras), aparece hoy con nitidez el rechazo a la intervención militar externa sobre Siria.

Estamos a tiempo de actuar para detener esta locura, y son muchas cosas las que podemos hacer, comenzando por buscar información veraz  y difundirla en nuestro entorno.

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