14 de febrero de 2009

Las Comunidades ante la crisis

Resums de les Jornades de Refexió de CCPs-València
al voltant de la crisi econòmica
(8.02.2009)


[Podeu llegir-los, complets, punxant ací]


Un fragment d'aquesta reflexió:

"(...) Respuestas a la crisis desde una praxis humana y cristiana.

Desde la complejidad de la crisis, también las respuestas han de ser complejas. No hay una respuesta simple. Hay que contar con los diferentes niveles: personal, social, político…

Un primer reto es atrevernos a pensar de otra manera. Incluso antes de actuar o proponer respuestas concretas, el hecho de pensar, de reflexionar en común, de abrir debates es ya una primera forma de "resistencia" al sistema, que preferiría que no pensáramos más que lo que nos dicen. Pero el afrontar "no me trago" lo que me dicen ya es "resistir". Y atreverse a "soñar lo imposible" es cuestionar este sistema como único posible. Ser personas utópicas conlleva algo de subversivo y revolucionario por no aceptar lo presente como lo único posible.

Un segundo reto es la "ecosencillez" que dice Boff : atrevernos a vivir ya con coherencia lo que creemos que puede ser para todos y todas. Reivindicar la simplicidad de la vida como universalizable es proponer otro mundo posible. Y vivirlo como clave de felicidad, no de esfuerzo voluntarista y de sacrificio. Empezar por uno mismo y por creer en lo pequeño da credibilidad a que la palabra que se diga no es desde la falacia sino desde la honestidad y la coherencia. Pensar y vivir ya de otra manera es empezar a hacer otro mundo posible ya. Vivirlo además en comunión y respeto con la naturaleza y toda la vida conlleva una visión cosmológica equilibrada, no como la actual.

Un tercer reto es afrontar la crisis no como catástrofe o hecatombe, sino como ocasión para el cambio. Incluso aunque sea tan global que abarque todo y amenace con que "reviente" el sistema, aunque ese "reventón" sea doloroso, y más para quienes menos debería serlo, puede ser ocasión de que muera algo viejo y nazca algo nuevo. ¿no despotricamos tanto del sistema capitalista? Pues ojalá se acabara y viniera algo diferente, que cabe la esperanza de que no sería peor.

Todo ello nos lleva a que esta crisis nos incite a buscar razones para el optimismo, que para el pesimismo ya tenemos bastantes. Puede ser un "infarto de miocardio" que nos avisa de que hemos de cambiar de hábitos si queremos seguir viviendo. Si no hacemos caso del aviso y seguimos con los mismos vicios, el final se nos viene encima. Pero está en nuestra mano cambiar.

Lo mismo que en la historia se han superado etapas (esclavismo, feudalismo, "antiguo régimen"…), el actual capitalismo neoliberal puede ser una etapa superable. ¿cuál será hoy la toma de la Bastilla o el asalto al Palacio de Invierno? ¿Podría ser esta crisis?

Como cristianos y cristianas no tenemos respuestas ni soluciones. Pero tenemos un impulso que nos anima a buscarlas. Aunque la Iglesia ha participado y ha sido cómplice del capitalismo, al que no ha condenado como al comunismo, el modernismo, el laicismo; y ha participado de la razón cínica, con desvergüenza de decir una cosa y hacer otra; de la razón indolente, encerrándose en sus iglesias cuando la gente fuera sufría; y de la falsa "razón compasiva" proclamando el evangelio pero a la vez estando arrimada al poder y la riqueza… A pesar de todo, creemos que el Espíritu sigue soplando y es capaz de suscitar esperanza y profetismo en nuestro mundo. El Reino de Dios sigue siendo una utopía de que otro mundo es posible donde los últimos de este mundo sean los primeros. Y en esa utopía creemos, por ella apostamos y trabajamos.

Como cristianos y cristianas percibimos una llamada a la conversión, al cambio personal. No podemos confesarnos cristianos y ejercer de ricos. No podemos justificarnos con argumentos propios de la razón cínica o indolente. Por poco que podamos hacer, al menos hemos de optar por caminar en esa dirección (de la justicia), aunque nuestros pasos sean pequeños. Pero al menos que estén bien encaminados. No es cuestión de cantidad en lo que hacemos sino de calidad, que se mide por la orientación y significatividad de nuestros compromisos. Poner al menos nuestro granito de arena o nuestra semilla para el Reino. Y confiar la eficacia en las manos de Dios.

Esta crisis puede ser ocasión de aclarar prioridades. Y para nosotros la primera no es salvar a los bancos, sino salvar la vida de tantas víctimas reales del hambre y la pobreza. Si el origen último de la crisis está en la injusticia, es necesario apostar por un nuevo orden, económico, político y jurídico, en el que la prioridad sea el bien común de la humanidad. Y ese pasa hoy por erradicar el hambre y la pobreza extrema. Es posible hacerlo. Sólo falta voluntad política real. El capitalismo es insaciable y estructuralmente injusto. Sólo desde un nuevo orden mundial es posible construir otro mundo.

Para que esos cambios se den es necesario participar y organizarnos. De estar preocupados hemos de pasar a estar ocupados. La resistencia no se puede hacer en solitario, sino colectivamente, organizándose. A pesar de sentirnos atrapados en el mismo sistema, y a pesar de nuestras perplejidades, de las dudas, del escepticismo, del realismo …, hemos de ser capaces de salir de nuestro nido y movernos. Hemos de buscar mediaciones adecuadas, tanto de información como de acción. Hemos de participar en organizaciones. El compromiso político sigue siendo necesario porque la política sigue siendo una mediación necesaria para cambiar las cosas.

Ojalá esta reflexión compartida nos anime a afrontar esta crisis con lucidez y realismo, pero también con valentía y optimismo. Hacerlo comunitariamente nos ayuda a percibir la presencia del Espíritu de Jesús en nuestras búsquedas e intentos. Compartirla con más gente puede ser una pequeña aportación a socializar la búsqueda de alternativas y a animarnos en el camino (...)"

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