8 de abril de 2009

La iglesia y la defensa de la vida

Tribuna. Publicado en El Mediterráneo, 06/04/2009

La iglesia y la defensa de la vida

Nos duele y ofende la evidencia
de que la jerarquía eclesial da la espalda a la realidad.



Como cristianos y cristianas de base queremos manifestar nuestro escándalo e indignación ante algunos posicionamientos recientes de la jerarquía eclesial.

El papa Benedicto XVI, en Camerún, en visita a su presidente, dijo: "...es una tierra de vida donde el Gobierno habla claramente a favor de la defensa de los derechos de los niños a nacer. Una tierra de paz...". Un elogio a un violador de los derechos humanos en un país donde, según Amnistía Internacional, el Gobierno emplea de forma habitual el homicidio y la tortura. Esto se suma a sus declaraciones sobre los preservativos y su ineficacia para combatir el sida, justamente contestadas desde gobiernos, organizaciones humanitarias y organismos internacionales de salud pública. Ambas cosas ponen evidencia, además de la actitud vaticana, nada evangélica, de complacencia diplomática con el poder político, su propensión a establecer preceptos en cuestiones complejas claramente discutibles, sin reparar en el sufrimiento humano y en detrimento mandato evangélico del amor.

La insistencia en la cuestión del preservativo en África, donde se concentran 22 millones de personas infectadas, llena de estupor e indignación. Y contrasta con la labor allí de tantas personas creyentes promoviendo medidas sanitarias, entre ellas el uso de los anticonceptivos, para frenar este drama humanitario.

Nadie, salvo la jerarquía católica, es capaz hoy en día de negar la eficacia del preservativo en la prevención del sida. Y el mensaje del Pontífice es especialmente irresponsable si se tiene en cuenta su autoridad entre amplios sectores de la población, de modo que sus manifestaciones pueden agravar el desastre humanitario. ¡Qué oportunidad perdida para condenar la violación y el hecho de que la mujer no pueda exigir prácticas sexuales sin riesgo como causa de la epidemia!

Nos duele y ofende la evidencia de que esta jerarquía eclesial sigue dando la espalda a la realidad, al sufrimiento de las personas, sin mostrar compasión alguna ante las víctimas, manteniendo principios contrarios a la racionalidad y a la ciencia, aunque supongan dolor y muerte para una parte de la humanidad.

Es la misma jerarquía que excomulga a una madre y a unos médicos que salvan la vida a una niña de nueve años interrumpiendo un embarazo producto de la violación de su padrastro, y no hace lo mismo con el violador. La que emplea ingentes cantidades de dinero en campañas engañosas contra el aborto, "en defensa de la vida", pero no manifiesta compasión hacia el niño que salva su vida gracias al hermano nacido previa selección genética, ni dedica tanta pasión y recursos a luchar por una vida digna para los ya nacidos.

Sí, la vida humana es sagrada. Y la realidad es más compleja que los principios, los desborda día a día y los pone en conflicto. ¿Es que la vida de la niña brasileña es menos sagrada que la de dos embriones producto de la violación? ¿Se puede pedir a mujeres con peligro de su vida que no interrumpan un embarazo? ¿Es razonable plantear la castidad, incluso dentro del matrimonio, cómo única medida para prevenir una enfermedad? ¿Es razonable negarse al uso de anticonceptivos para prevenir embarazos no deseados? O cuando vivir es un tormento ¿por qué no permitir elegir la muerte con dignidad? ¿Cómo concretar en cada caso la defensa de la vida? ¿Dónde está el amor de Dios en todo esto? Discrepamos absolutamente de una jerarquía que, arrogándose en exclusiva la interpretación de Dios, plantea principios absolutos que imponen a los débiles sin atender a las circunstancias y el sufrimiento de las personas, olvidando que lo único importante, el único imperativo de Jesús es el amor.

La realidad no es monolítica. Los mandatos tradicionales no responden a la complejidad de la vida. Reivindicamos en los posicionamientos de la jerarquía la compasión que mostraba Jesús con los enfermos, las oprimidas. Reivindicamos respuestas que no aumenten el sufrimiento de los débiles, donde la mirada se centre en los que sufren. La Iglesia de Cristo no puede responder a la realidad humana, compleja, con leyes y preceptos, sino con la caridad y la compasión.

Artículo firmado
por 61 cristianos y cristianas de base de Castellón

No hay comentarios: