4 de julio de 2012

Arde en verano lo que no se "apagó" en el invierno

artículo de Público
por ANTONIO ARNAU

Desperté y el fuego seguía allí. Lo confirmaba el olor a chamusquina y las cenizas sobre el balcón. Con rabia pero sin sorpresa, asisto a la mayor catástrofe ecológica desde la del valle de Ayora en 1979, al inicio de aquella transición inacabada cuyas secuelas padecemos. Valencia pierde su pulmón verde.
Con Franco, en la ingenuidad de la pubertad política, casi nos consolaba la ironía de Perich y su famoso "Cuando un monte se quema, algo suyo se quema... señor Conde". Hoy, ese monte que ocupa el 51% de la extensión del País Valencià, además de ser nuestro patrimonio natural y nuestro paisaje, aporta Servicios Ambientales esenciales, que se cuantifican en euros. Hoy, que todo se compra y se vende, incluso el aire y el derecho a contaminar, amanecemos más pobres, y no sólo por el comienzo del "repago" y la subida de la luz. Durante este "finde" de aurora roja, nuestra renta como pueblo valenciano ha disminuido en 500 millones de euros anuales. En esa cifra se valoran los servicios ambientales que ya no puede prestar la superficie quemada. (...)

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