Ante la reciente publicación de la Exhortación Apostólica del papa Francisco sobre el documento del Sínodo de la Amazonía, Redes Cristianas manifiesta:
Las primeras
noticias nos han causado una gran decepción. Esperábamos con la
mayoría de cristianas y cristianos una toma de postura más decidida
ante la dura crisis que está atravesando el catolicismo tanto en la
Amazonía como en nuestro propio país y en el resto del mundo
occidental; esperábamos que se hubiera abordado con decisión y
talante evangélico la precaria estructuración de las comunidades
con unos servicios verdaderamente actuales y eficaces; esperábamos
que la responsabilidad de estas comunidades fuera asumida de forma
igualitaria por las mujeres cristianas y los varones responsables que
las integran; esperábamos, en fin, que el presbiterado no fuera un
privilegio asociado al poder para unos pocos en la iglesia… y la
respuesta ha sido el silencio. Esto nos ha defraudado, nos ha
decepcionado.
Pero
reconocemos y tomamos nota, a su vez, de algunas respuestas que se
están dando y que pretenden explicar este silencio desde la que
consideran estrategia latente del Vaticano:
1ª Se dice
que se ha pretendido no entrar en temas de reforma estructural de la
Iglesia por
otra parte, muy sensibles, como el presbiterado, el celibato y la
igualdad de la mujer- para no ocultar el verdadero tema del Sínodo
que es la reserva ecológica
de la Amazonía
en peligro y el cambio climático
planetario. En definitiva, para que los problemas domésticos no
suplanten los grandes retos mundiales que nos afectan a todos y a
todas.
2ª Se ha
dicho también que existe un verdadero cambio de paradigma en la
eclesiología del papa Francisco que trata de recuperar el espíritu
y la letra del Vaticano II; un paradigma que pretende dar mayor
protagonismo a las iglesias locales en la Iglesia universal. Lo que
estas iglesias particulares disciernan y decidan la Iglesia
universal lo respeta y apoya. De hecho, así parecen indicarlo
algunas frases a lo largo del documento, como: “No pretende ni
reemplazar ni repetir” (2), “Asume e invita a leer y aplicar el
Sínodo (3 y 4), etc.
Si estas
fueran las verdaderas causas de tal silencio, habría que celebrar
este cambio de paradigma eclesial. Querría decir que, desde ahora,
el peso de las iglesias locales nacionales, continentales es oído y
respetado desde la cúspide vaticana. Y es más, que los problemas
que acaba de suscitar el Sínodo Amazónico (y los que levante el
Sínodo Alemán) quedan en manos de las iglesias locales resolverlos.
En definitiva, que el Vaticano no estaría cerrando las puertas a la
mayoría de edad de los católicos/as y que las decisiones que ellos
tomen van a ser respetadas y apoyadas.
No obstante,
y aun suponiendo que las cosas fueran así, recomendaríamos al
Vaticano que sea más claro en la intencionalidad que pone en cada
cosa. Para ocultar las verdaderas intenciones, ya tenemos
demasiados políticos que lo hacen a diario. Necesitamos una
pedagogía más a la altura de nuestro tiempo. Las verdades a medias
acaban haciéndonos mal a todos.
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